La Holiday: ¡Diva hasta en Alerta!

Un policía tiraba del brazo de Terry Holiday para que se colocara frente a la reja. "¡A mí no me jaloneas!", advirtió la diva soltándose con determinación. "¿Me quieres tomar foto? ¡Pues órale, pero en mi pose, con mi capa y todo!".

La Terry llevaba un vestidazo de lamé plateado y una capa de zorros negra.  No quería ser retratada por el fotógrafo de Alerta de la misma manera que sus compañeros también detenidos, a quienes entre burlas los guardias les habían jalado la peluca y, si no iban en vestidas, les colocaron accesorios femeninos de alguna de ellas para que se vieran ridículos.

"Después de la vejación, la humillación, los malos tratos, ¡todavía nos piden que posemos!, y dije: 'Por lo menos me tengo que ver guapetoncha'", refiere la legendaria actriz trans.

Eran las siete u ocho de la mañana de un domingo de finales de junio de 1976. En la madrugada, 28 "hermosas damitas" que "eran hombres" habían sido detenidas en una "BACANAL DE HOMOSEXUALES" dentro de una "lujosa residencia" de Zapopan, Jalisco, según reportó Alerta en su contraportada del número 574, aparecido el sábado 3 de julio de ese año.

Terry Holiday en la contraportada de Alerta, número 574, 3 de julio de 1976. Archivo Armando Cristeto Patiño (como todas las imágenes de este artículo).

"Se llamaba la Casa de los Conejos", recuerda Terry, más de cuatro décadas después. "Era como un club campestre, o sea, una casa con foro y todo al centro, y grandes jardines alrededor".

En su "sensacional reportaje", la revista de nota roja que era competencia de la no menos sensacionalista Alarma!, aseguraba que los "veintiocho homosexuales y cuatro mujeres, que eran las principales enganchadoras de incautos", fueron detenidos por elementos de la Dirección de Seguridad Pública local cuando se dedicaban a "los más inenarrables desenfrenos que se pueda uno imaginar".

En su nota, Guadalupe Medina L. refería que, por quejas de los vecinos, la policía tenía noticia de que en la mansión se realizaban reuniones íntimas concurridas por "personas de sexo indefinido, entre las que además se explotaba el comercio de las drogas y el vicio en todos los órdenes".

Ah, porque la "jefa" del "poderoso grupo", Mayra Soto Chávez, se apostaba en loncherías, neverías, restaurantes y otros centros de reunión de Zapopan y Guadalajara para ganarse "el favor de la juventud de ambos sexos", y luego corromperla.

En su perversa labor, Mayra era acompañada por otras jóvenes dueñas, como ella misma, de una "figura nada despreciable": María Cristina Hernández Hernández, su hermana Luz María y María del Carmen Dileco Soltero.

"Hasta eso, no se les escapaban los hombres de edad madura, que aún les gusta ir en busca de aventura", agregaba la reportera.

"Después, ya dentro del 'juego' al que ellas llevaban al incauto, lo siguiente era el paso de la diversión degenerada. En la casa que tenían como centro de reunión había desde una simple copa de tequila, hasta el cigarrito de mariguana o las pastillas tóxicas. Como es de suponerse, la extorsión monetaria era el negocio redondo".

Sí, en aquellos infaustos años 70 la extorsión monetaria era el negocio redondo ¡pero de la policía! Mi querida Terry refiere que los bares llamados "de ambiente" eran "muy pocos, muy de clóset, muy clandestinos", y las personas raritas como ella y sus amigos gays se reunían en fiestas que tenían lugar en residencias alquiladas, por ejemplos en Las Lomas de Chapultepec del entonces DF (todavía me tocaron a mí, hacia 1993).

Generalmente "estaba la fiesta en lo más bonito y llegaba la policía para la extorsión, porque no tenían de qué acusarnos, pero sí de qué amenazarnos y de qué asustarnos", ilustra la Holiday.

El miedo lo sembraban los policías amenazando a los chavos con llamar a sus padres para decirles que sus hijos eran jotos y habían sido sorprendidos en actividades degeneradas.

"A veces la cosa terminaba en 'Ay, jefe, pase, tómese una copa y le hago un guagüis',  pero las que íbamos como mujer sí nos teníamos que esconder en los tinacos, sobre todo si éramos menores de edad".

Los grandes años de Hollywood

Su amigo Sergio Soltero, quien tenía familia tapatía (una de las "enganchadoras" tiene el mismo apellido), invitó a la Terry a la fiesta de Zapopan, que como se estilaba entonces era temática y estaba dedicada a los grandes años de Hollywood.

"Yo había escogido ir entre Dolores del Río en Wonder Bar y Hedy Lamarr en Ziegfeld Girl, entonces llevaba un vestido de lamé plateada y una capa de zorros negra que me había prestado Elizabeth Larios, una cantante de opereta y zarzuela", describe Terry.

El mismo sábado de la fiesta, ella y su grupo de amigos viajaron en automóvil de la Ciudad de México a Guadalajara. Llegaron a hospedarse al céntrico Hotel Fermoselle, que según recuerda estaba ubicado cerca de la Catedral y hoy no existe. No tuvieron tiempo de hacer turismo, solo de ponerse muy despampanantes para acudir a la "maravillosa fiesta", en Zapopan.

–¿Todas iban en vestidas?

–Unas sí y otras no. Porque en aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos –ja, ja– ni todas eran vestidas ni todas eran jotonas.  Por ejemplo, mis amigos Daniel (Audiffred) y Sergio (Soltero) eran los típicos chicos de ambientes muy guapos, con su ropa de boutique como Latinos, una tienda que estaba en Insurgentes pasando el Viaducto, hacia el sur, que tenía ropa muy exclusiva y moderssna para hombres jóvenes: pantalones acampanados, a la cadera, suéteres acanalados y chamarras muy bonitas. Eran unos muñequitos, muy bien arreglados ellos. Y las vestidas, que éramos las amigas chistosas, éramos las menos pero como quiera ahí andábamos en el borlote.

–¿Qué otros amigos del DF iban contigo?

–Éramos como seis porque estaban Sergio y Daniel, Édgar Flores, que bailaba en el Ballet Nacional, hizo el papel de la jotita en Chorus Line y trabajó también en José el soñador; Roberto Alvarado y Miguel Ángel de León. Ellos eran los chulos y coquetones pero yo (como vestida) era la estandarte, la fuerte.

La fiesta que era de paga y habrá reunido, calcula Terry, a entre 100 y 200 personas convocadas en el "bajo mundo" tapatío, tuvo lugar en una especie de salón de fiestas con un foro y pista, donde las parejas del mismo sexo podían bailar, darse un beso, tomar la copa en mesitas o salir a pasear por los amplios jardines, que tenían columpios. Esos eran los "más inenarrables desenfrenos", según Alerta.  

"En aquella época, que era de la psicodelia y el post hipismo, no faltaba quien se salía al jardín a darse un toquecito, era una cosa común, normal, y adentro tomabas la copita, pero lo que de las pastillas y el enganche en las loncherías era puro cuento", aclara la diva, quien esa noche recibió un reconocimiento porque era de "las guapas y bien vestidas del jet set del DF".  

"Me acuerdo muy bien que me había tomado unas copas y tenía ganas de vomitar, pero que me llaman para darme el premio, y ay, dios mío, pues vomito al rato, y ahí voy al foro a recoger mi premio bien padre, que era un diplomilla o algo así, por haber participado en la fiesta de los grandes años de Hollywood".

Como Dolores del Río en la mazmorra

Terry ya había aliviado el estómago y estaba divirtiéndose mucho en la fiesta, cuando uno de sus amigos le dijo: "¡Vente, córrele, que llega la policía!".

Muchos de los asistentes pudieron huir en desbandada, pero los entaconados, las nefandas "trasvestistas" que cebarían el morbo de los lectores de Alerta fueron detenidas con exclamaciones de "¡Órale, puto, a la panel!". Las camionetas panel se usaban entonces para llevar a los homosexuales víctimas de las razzias a la delegación de policía.    

Terry tenía 20 años pero dice que la situación ya no le sorprendía porque en aquella época era "tiro por viaje", casi siempre las fiestas terminaban en detenciones o en extorsiones porque llegaba la policía  y les decía: "Eso son faltas a la moral y le vamos a decir a sus papás".

"Todos éramos chavitos, y ya se juntaba la mordida y nos dejaban, pero en este caso no, nos llevaron detenidas a unos separos o una carcelita culera allá, en Zapopan".

Efectivamente, Mayra Soto Chávez era una de las chavas organizadoras de la fiesta, pero la Holiday aclara que era una mentira lo que publicó la revista señalándola como "jefa" de la banda de "enganchadoras".

"Mis amigos eran menores de treinta, así que te imaginarás que la edad promedio de los chavos detenidos era de 25 años, entonces unos estaban aterrados por el hecho de que su familia se iba a enterar, otros estaban aterrados porque estábamos en la cárcel y cuánto tiempo nos iban a tener ahí, y otros estaban aterrados porque los iban a balconear, ay, que los jotos, los maricones, los putos, ya sabrás.

"Pues ahí nos tuvieron detenidas horriblemente, yo creo que entre cuatro y seis horas. Obviamente después de vomitadas, borrachas, enfiestadas y detenidas ya estábamos todas feas y despeinadas. Pero ahí viene lo bueno, que a las siete u ocho de la mañana nos sacan a algunas, sobre todo a las vestidas... Ah, porque desde la fiesta empezaron a tomar fotos para decir 'Este es el lugar de los hechos', pero luego que nos tuvieron arrumbadas en las mazmorras y calabozos, ya nos sacaron para la bonita fotografía.

"Hay una que me encanta, de un amigo que se llamaba Rafael que dice 'No es la época de los años 20, es la vestimenta que usaban los homosexuales en sus orgías'. Si tienes las páginas del interior de la revista sale con un masturbante blanco y una boa de pumas que no era de él, se la pusieron, montaron la foto para ridiculizarlo.

En los separos, los policías montaban las escenas para que en la prensa sensacionalista salieran ridiculizados los mujercitos.

–Tú estas posando.

Sí, pero si te das cuenta estoy en la reja porque nos estaban jaloneando y que "A ver, ponte aquí". Y yo: "A mí no me jaloneas, ¿me quieres tomar foto? Pues órale, pero en mi pose, con mi capa y todo". Nada de que así todas jaloneadas como otras chicas a las que les quitaron las pelucas o se las pusieron todas chuecas. Además ya teníamos seis horas detenidas, estábamos ojerosas, asustadas y crudas, que es lo peor.

–Pero tú posas muy dignamente.

Ah, pues yo era Dolores del Río en Wonder Bar, yo era de los grandes años de Hollywood, por eso me pusieron en la (contra)portada, aunque luego abajito salgo en otra foto bien fea, con diamantina o quién sabe qué me echaron en la cara. La cuestión es que después de la vejación, la humillación, los malos tratos, ¡todavía nos piden que posemos! Dije: "Por lo menos me tengo que ver guapetoncha". Ya nos tomaron las fotos y ahí van otra vez a la mazmorra. Y como a las diez u once de la mañana llegaron y preguntaron Fulanito de Tal, Sutanita de Tal. Porque los familiares de Sergio Soltero, que ya no vive, fueron obviamente asustados y pagaron la multa para que saliéramos todo el grupo de las chicas del jet set del Distrito Federal. Obviamente ya nada más nos dio tiempo de llegar al hotel, bañarnos, vestirnos y regresarnos, ¡a la chingada!, a México porque con esa amarga experiencia ya no queríamos saber nada. Sí, en esa época me jaloneaban y todo pero yo también me les ponía al tiro. Siempre fui una persona muy afortunada, tanto que ahorita estamos platicando de esas cosas que pasaron hace casi 50 años".

El fotógrafo documentalista Armando Cristeto Patiño, a quien Nosotros los jotos debe la noticia de esta historia y el material gráfico, me contó que muchas comadritas le llevaban el ejemplar de la revista a Terry, al café Carmel que frecuentaba como muchos gays de entonces en la Zona Rosa, para que les pusiera un autógrafo. ¡La que nace para diva lo es hasta en Alerta!

¡Hasta el próximo choque de chichis y braguetas, señoras y señores míos!

Por favor usen bici, aquilaten como Terry hoy la libertad de "ir por la calle casi con la chichi de fuera" y, sobre todo, usen cubrebocas y condón.

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