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¡Libres y rebeldes! Imágenes de la 43 Marcha

¡Libres y rebeldes! Imágenes de la 43 Marcha

Por Antonio Bertrán

Para Luis de Pablo, que no pudo acompañarnos a causa del Covid-19. Pronta recuperación, guapo de mi retorcido corazón.

Un ser con alas de arcoíris hacía fila a las 2:30 de la tarde del sábado para entrar a comer un pozole en la Casa de Toño de la Zona Rosa. Cuando no jalaba sus tobimedias con resorte de arcoíris, se ajustaba el cubrebocas, los tirantes o la corbata de moño también estampados de arcoíris, o movía la cintura y hacía danzar sobre el mini short de mezclilla un gracioso faldellín con los siete colores de la bandera de la diversidad sexual. ¡Era un pandero de jotería tornasol!

Yo tenía el turno dos y estaba delante de Álex, así me dijo que se llamaba este candoroso ángel travesti, acomodándose una corona de plástico dorado con mucha coquetería sobre la peluca de largos caireles rubios que oscilaban con sus incansables requiebros.

Era chilango o chilanga, no le pregunté si vivía en femenino de tiempo completo o solo se había hechizado para participar en la 43 Marcha del Orgullo LGBT+. Tampoco inquirí sobre su edad porque resultaba evidente que estaba inaugurando la veintena, y también era la mejor amiga de una parejita de novios gays muy acaramelados, de esos que no se sueltan la mano ni para ir al baño (luego los vi con mis ojos de loca metiche subir así rumbo a los servicios, mientras preparaba mi propio pozole).

Su ser parlanchín ya estaba entablando un manazgo con la joven recepcionista de la antojería, quien para esquivar las ansias de la alada clienta deseando que alguna mesa que no estaba consumiendo pidiera la cuenta y se fuera "¡pero yaaa!", le preguntó cómo había estado la Marcha.

"La verdad, aburrida porque como este año no la organizó el comité oficial no hubo música ni carros de los antros", se sinceró Álex. Evidentemente había preferido no seguir caminando hasta el Zócalo con sus tenis inmaculados de brillitos dorados, y consolar su pena con un buen caldo, para luego enfiestarse en uno de los antros gay de la calle de Amberes, y quizá terminar echándose un caldo mucho mejor en la cama.

Justo se desocupó una mesa y la recepcionista me indicó que la tomara cuando iba a decirle a Álex que a mí me había parecido una marcha apoteósica, que no hubo música estruendosa pero sí el estruendo de tambores acompañando cantos de protesta contra el injusto sistema capitalista, la homofobia y la transfobia, al que se sumaron muchísimas voces jóvenes en contra del odio y la criminalización hacia quienes vivimos con VIH, y el desabasto de los antirretrovirales que nos permiten vivir bien.

Era un clamor que exigía respeto a ser como cada quien quiera ser en la calle, en la cama y en todo lugar; casarse, vivir libre de violencia y legalmente su identidad de género, incluso desde la infancia, y amar, sobre todo amar sin cortapisas porque: "Amor es amor".

Y que también hubo fiesta, desmadre, sabrosura y carne porque sí llegó desde Ciudad Nezahualcóyotl un camión cargado con los fornidos strippers del mítico Spartacus, aunque no desfilaron en un carro alegórico sino a pie, más cerca de todes; que muchos participantes mostraron piel blanca y morena, músculos, rica pancita o panzota, paquete y hasta las nalgotas y el pito al aire; que las dragas y demás personajes quiméricos brillaron al sol de un día diáfano, sin siquiera amenaza de lluvia.

En resumen, le habría dicho que además de las consignas de miles de participantes –30 mil sería el reporte oficial– y de las urgentísimas reivindicaciones planteadas por la sociedad civil, abundaron hasta la saturación de las cámaras y el agotamiento de la pila del celular los seres de luz multicolor que fotografiar, libérrimos, plenos y felices como luces tú misma, Álex.

Y ya que estamos en confianza, ¿te puedo llamar Miss Álex, como una mítica vestida que sin miedo ni vergüenza salió a marchar un 29 de junio de 1979, y a la que le debes, como a muchas otras valientes proto-trans, jotos y lenchas, la posibilidad de ir hoy por la calle contoneándote tan hermosa?

No hacía falta decirle todo eso. Como advertía la convocatoria lanzada en Facebook desde el más legítimo activismo de raíces históricas por Juan Carlos Yustis, alias Maduro Sur DF: "La marcha es de quien la marcha".

Y también como quiera marcharla. Por eso el póster que diseñó el propio Juan Carlos, encargado de Cultura del Instituto de Astronomía de la UNAM, y lanzó en la red social el 28 de mayo, agregaba: "Y tú eres el comité. Pasa la voz".

¡Vaya que la voz fue pasada o, para decirlo con el código de las benditas redes sociales, viralizada en estas mismas plataformas por muchos, muchas y muches! A las 2 de la tarde seguían entrando por Génova y Niza ríos de gente orgullosa, que iba con paso carnavalesco rumbo al centro por la ancha banqueta de Reforma, debido a que la retaguardia de la Marcha había pasado ya y los barrenderos aplicaban sus escobas a la avenida vehicular.

Era notorio que, a pesar de la nutrida presencia de vendedores ambulantes, la muchedumbre ciudadana no había tirado la cantidad de basura que en marchas anteriores quedaba tras el paso de innumerables carros de marcas comerciales y antros, convocados por el comité IncluyeT, que por segundo año consecutivo no tuvo más remedio que organizar una marcha virtual, transmitida el mismo sábado por Canal 11 desde las alturas del World Trade Center.

Claro que en estos tiempos de pandemia, a la imagen de ningún corporativo transnacional ni entidad de gobierno le habría beneficiado participar en una marcha callejera. Las críticas de "irresponsables" y "propagadores de una tercera ola de Covid-19" que nos señalaron a los que retomamos las calles, los habrían hecho añicos ante la opinión pública. Pero a nosotros nos valieron un bledo.  

Así que desde bancos hasta oficinas gubernamentales de diversidad sexual se volcaron a la convocatoria virtual.

Qué estómago el de mi querido colega Sergio Rodríguez Blanco para chutarse ese evento y hacer una crónica que amablemente me envió. Su relato evidencia lo aburridísimo de un formato que además tenía el vomitivo de ser todo corrección política, ¡guáaacala!

Así es que si Miss Álex en lugar de salir con su cubrebocas de arcoíris –como muchísimos marchantes lo hicimos– se hubiera quedado guardada en casa a ver por la tele "la marcha oficial", apuesto que habría roncado como lirona.

Aquí la liga de la crónica de mi buen amigo Sergio: https://twitter.com/gatopardocom/status/1409317147403247617?s=21

Con mis dos vacunas anticovid, yo no tuve duda de que saldría a marchar, después de leer en Facebook la excitativa publicada por Yustis el 23 de mayo:

"Nadie puede impedirnos hacerla [la 43 Marcha], que es en su origen insurrecta, para exigir respeto a nuestros derechos humanos. No tenemos por qué pedir permiso a nadie, basta con avisar que la haremos.

"Marchar vacunados, protegidos, con sana distancia, exigentes, rebeldes, inteligentes, activos, mostrando nuestros cuerpos festivos, desnudos, transexuados, transvestidos, enfrentando la hipócrita máscara de la moralidad.

"Marchamos para exigir nuestros derechos, marchamos para hacernos oír, marchamos en contra de la falta de medicamentos y [anti]retrovirales, marchamos en contra de la violencia y los asesinatos a nuestr@s herman@s de la comunidad.

"Respondemos a quienes dice que no se hará: Por mis ovarios que me cuelgan que se hará, con todos aquellos que entienden que nadie nos maneja e impone su voluntad desde la entrepierna de gobiernos y partidos. La marcha es de quien la marcha, la queremos libre y rebelde, sin dueños ni ataduras".

He aquí mi crónica visual de la 43 Marcha del Orgullo LGBT+, que resultó festiva y de mucha protesta. Para mí especialmente entrañable porque la coyuntura nos permitió a los marchantes de la diversidad sexual rescatarla para cada cual, y volver a las calles irreverentes, creativos, libres y rebeldes.

En una junta a la que los convocó el 11 de junio para brindar facilidades de protección civil, el secretario de Gobierno capitalino Alfonso Suárez del Real pidió a los activistas históricos que al lema "La marcha es de quien la marcha", agregaran la leyenda que se lee en amarillo.
"Mira la que te voy a dar", bromeó Juan Jacobo Hernández, uno de los fundadores del Frente Homosexual de Acción Revolucionario y organizador de la Primera Gran Marcha del Orgullo Homosexual. Llegó 11:35 y no le hizo gracia que Lola hubiera arrancado con su contingente ante de las 12:00.

Siento que no haya foto de Álex, la angelita arcoíris, habría sido un magnifico cierre gráfico. Cuando agotado –y eso que solo me moví entre el Ángel y la Palma– llegué a la hora de la comida a por un pozole resucitador, se había agotado también el espacio en la tarjeta de memoria de la cámara y la pila en el celular.

¡Hasta el próximo choque de chichis y braguetas, señoras y señores míos! Bueno, si es que no agarré un Covids entre mis desviados camaradas, que termine por matarme y solo volvamos a vernos en la desabrida virtualidad.

El Ángel de la Independencia y la angelita rebelde de la bullanguera disidencia sexual.

 

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