Visita al erotismo de Nahum B. Zenil
La humeante sopa de letras nos supo a gloria. A mi querido colega Braulio Peralta incluso lo transportó a su infancia veracruzana, y "con perdón" se volvió a servir para reforzar la nostalgia. Además era ideal contra el frío, que pasadas las cinco de la tarde había arreciado, al igual que nuestro apetito, en Tenango del Aire, Estado de México.
Yo del que repetí, también "con perdón", fue del guisado preparado por Gerardo Vilchis con plátano macho, manzana y filete de pescado desmenuzado. Una original delicia de vegetarianos no tan estrictos, como lo son Gerardo y su esposo, el artista plástico Nahum B. Zenil, tan hospitalarios siempre con quienes llegan a visitarlos a su hermosa finca de 6 mil metros cuadrados, con vista al majestuoso Iztaccíhuatl.
Al servirme de nuevo con la cuchara de peltre no me importó que previamente el arroz rojo lo había acompañado con plátano, que Claudio Martínez de la Cruz, el ayudante que siendo adolescente se trajo Nahum de su natal Chicontepec, Veracruz, arrancó de una penca en el altar de muertos frente al que comíamos, que para nuestro deleite visual aún no había sido desmontado aunque era ya 16 de noviembre.
Al menos tuve la prudencia de compartir el plátano a mitades con el querido ilustrador Felipe Ugalde, lo que se prestó a suculentos juegos de palabras, como tenía que ocurrir en una mesa ocupada mayoritariamente por Nosotros los jotos: "¿Qué parte vas a querer, de la mitad para atrás?", me albureó el siempre festivo Gerardo.
Y ya entrados en delicias fálicas –el postre además sería camote en dulce– les confesé que dada la cercanía de un campo militar, yo siempre he fantaseado con ir a visitarlos un sábado para encontrar a los soldados francos en alguna cantina de la localidad... Fantasía que efectivamente podría cumplir, me informaron mis amable anfitriones, en el antro de un gay conocido suyo, el Très Chic, ¡uuuuh, lalá!
Ante los platos vacíos del tradicional altar de nicho había varios retratos de los queridos difuntos, parientes de la pareja y algunos amigos; destacaba el cronista Carlos Monsiváis que un día durmió en la primorosa habitación de la casa principal del rancho, "con un novio".
También para honrar su recuerdo estaban a los pies de un antiguo Cristo tallado en madera las imágenes de varios perros y gatos a los que Gerardo y Nahum dieron hogar y después digna sepultura.
Precisamente por ese amor a los animales hace años que se hicieron vegetarianos, y esa tarde nos deleitaban con una comida muy sana en la que también le entramos con ganas a los sopes preparados por María del Carmen Pineda, poeta y suegra de Sebastián, un hermano de Claudio que también llegó en la adolescencia a vivir a la finca con sus padrinos.
Claudio estudió agronomía en Chapingo, ya es treintañero y además de asistir a Nahum siembra y vende sus productos en la Central de Abastos de la Ciudad de México. Ambos se comunican en náhuatl, que aprendieron en Chicontepec.
Fue una muy viva y amistosa jauría la que primero acudió al llamado de campana en la puerta del Rancho Tecomate Cuatolco, Casa del Poeta: Soneta, Rima, Verso Libre, que aún recordaba de mi primera visita, el 5 de agosto de 2015, para la entrevista a Nahum que publiqué en Chulos y coquetones, libro del que estoy preparando una edición propia, corregida y aumentada.
Ah, y Mongo, un perrito sin dientes y la lengua colgante, que Gerardo llevó a la propiedad en brazos porque lo encontró en muy malas condiciones, hecho un esqueleto y con secuelas de alguna enfermedad canina. Lo alimentó pacientemente hasta que estuvo lo suficientemente fuerte para poder sostenerse en sus patitas y recuperar la alegría que brincando nos demostró.
Luego apareció en la reja Nahum, un tanto sorprendido de vernos porque se confundió y nos esperaba al día siguiente.
–Creí que hoy venían Fernando y Salvador, y ustedes mañana. Yo me iba a rasurar para que Braulio me viera bien, no así –se disculpó con su pausada voz el artista, que lucía una tupida barba cana.
La exposición Afinidades, del querido amigo Fernando Osorno en homenaje a la larga y fecunda trayectoria artística de Nahum (47 años desde su primera exposición en la Galería José María Velasco del INBA, en 1974), fue el pretexto para escaparnos aquella soleada mañana a Tenango, a una hora y media de la Ciudad de México, en el automóvil prudentemente manejado por Braulio.
Llegamos pasadas las 12 del día, y entre los saltos festivos de los amigos perrunos fuimos conducidos derechito a la casa principal del rancho, levantada hace más de tres décadas con piedra volcánica.
La amplia construcción de dos pisos alberga en sala, comedor, capilla doméstica, varias acogedoras estancias y la alcoba, la nutrida colección personal del pintor y poeta nacido el 1 de enero de 1947 en el Tecomate, rancho cerca de la cabecera municipal de Chicontepec, en la Huasteca veracruzana.
De ahí uno de los nombres que hoy lleva su propiedad, un verdadero centro cultural regional donde tienen lugar talleres de pintura y escritura, exposiciones y numerosos actos relacionados con las fiestas a lo largo del año, como el Día de Muertos, de la Guadalupana, y la Navidad.
Gerardo y Nahum, casados legalmente el 5 de octubre de 2011 pero juntos desde el 28 de abril de 1978, viven en una casa más pequeña, de adobes, junto a la cual hay otra construcción del mismo material. Es ahí, en la planta baja bautizada como Sala Luis Carlos Emerich, en honor al curador de la exposición de Nahum en el Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey (octubre- noviembre de 1991), donde Fernando expone 26 piezas elaboradas en papel, con una contenido homoerótico similar al del artista veracruzano, uno de los primeros participantes de la Semana Cultural Lésbico Gay, fundada en 1984 por José María Covarrubias.
En la parte superior del inmueble está el íntimo estudio donde Nahum escribe, dibuja y pinta como primera actividad del día, al despertar a las siete de la mañana con los ruidos propios del campo.
"Si un día no trabajo siento que estoy traicionando mi compromiso con el arte", nos aseguró en la atmósfera de luz rojiza de la Sala Erótica, donde a mí se me quemaban las habas –o el plátano– por llegar en la dilatada visita guiada que nos dio, casi pieza por pieza, por esa poderosa obra en la que siempre se auto retrata como búsqueda personal y sublimación de los sufrimientos infantiles debido a la ausencia paterna y su ser diferente.
Y muchas veces se retrata también junto a su amado Gerardo, a quien considera parte de sí mismo.
Este es el indiscreto registro fotográfico de una inolvidable visita al erotismo, con inteligentes toques de humor, del generoso y honesto artista Nahum B. Zenil, cuya poderosa obra ha gozado el público en museos como el de Arte Moderno de la Ciudad de México (El gran circo del mundo, abril-agosto de 1999), y galerías internacionales entre las que destaca la Mary-Anne Martin de Nueva York.
Por cierto que Braulio, Felipe y Yolanda, bien reconfortados en cuerpo y alma nos despedimos de la pareja hacia las 6:30 de la tarde, para que ellos, muy bien abrigados, dieran su habitual paseo nocturno de hora y media por el campo, bajo la luna que estaba muy cercana a la total plenitud.
¡Hasta el próximo choque de chichis y braguetas, señoras y señores míos!
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