Los caballeros engalanados de cuero llegan pisando con botas rudas o vaqueras. Los más visten chamarra y pantalón de piel, aunque también hay un par con kilt a ráiz, sin nada abajo como dicta la tradición escocesa, y un corpulento guardia de seguridad estratégicamente uniformado de militar.
Anillos o guantes y cadenas, una larguísima boquilla a juego con un señorial bastón; acá una turbadora máscara, arnés y pinzas listas para torturar los carnosos pezones de su portador; corbatas delgaditas de piel, muñequeras y otros accesorios completan la ruda coquetería para la seducción fetichista.
A la entrada "tipo parisina" del metro Bellas Artes han concurrido también cinco cachorros caracterizados con sus capuchas de orejitas bien paradas, están felices por verse, así que chocan sus narices y se dan tiernos besitos de hocico a hocico.
En el cercano Teatro Hidalgo, la cartelera anuncia La jaula de las locas, de donde un sarcástico observador podría pensar que se han escapados estos raros personajes. ¡Estaría tan equivocado como un prejuicio!
Claro que el singular grupo atrae muchas miradas, de eso se trata, de visibilizar con orgullo sus filias lúdicas y cargadas de erotismo, pero en esta tarde matizada por el sol de otoño mayor atención han logrado los payasitos con su espectáculo alburero a un costado del monumento a Beethoven, mejor conocido entre las comadres habilidosas en los juegos de la lengua como monumento al guagüis.
"Venga a hacerse la foto con nosotros, ándele", invita Israel a un señor que aprovecha la escena que con los cachorros acabo de armar para retratarlos, cuando lo mira tratando también de captarla, sin duda pa'l feis.
Riéndose como chiveado, el hombre se hace un poco el remolón –"no me vayan a morder y me pasen su loca enfermedad", ha de pensar–. El hombre finalmente se acerca y el cachorrote Israel, que recuerda un husky siberiano, lo carga en brazos para darle más emoción al recuerdo, que yo capto con su celular.
La esposa también posa después de hacerse del rogar, aunque sin acceder a la perruna cargadita, y prefiere solo mostrar la cadena de ama que le ofrece Roy Nicolás, alias Wolfi, un joven que se dice dominante y es inquieto como un schnauzer.
Más que por ser sábado de quincena, al parecer lo que hace rebosar de gente a nuestra centenaria Alameda central es que para la Ciudad de México finalmente se vuelve a encender la luz verde del semáforo epidemiológico.
Feliz coincidencia para esta "reunión singular" de octubre del gallardo grupo Leathers MX, cuyo objetivo se había anunciado con la convocatoria, unos días atrás, en redes sociales: hacer un recorrido del Palacio de Bellas Artes hasta la Zona Rosa y el Ángel de la Independencia tomando fotos para la exposición de Arte y Cultura Leather y Fetichista del Festival Evolution 2021.
Del 4 al 7 de noviembre se realizará dicho festival, que además del cuero abraza otros fetiches como la ropa de látex (rubber), de licra u tipo obrero, la onda vaquera o motociclista, y el gusto por los amarres en el cuerpo (bondage), la disciplina y el sadomasoquismo.
Destaca tanto la inauguración de la exposición de Cultura y Arte Leather y Fetichista, el viernes 5 a las 19:00 horas en el Centro Cultural de la Diversidad (Colima 267, colonia Roma), como el certamen Mr. Leather, el sábado 6 a las 19:00 horas en el mismo lugar. En esta liga puedes consultar el programa completo:
https://www.facebook.com/events/1253598888449016/?ti=ls
Yo no dudé en unirme a la caminata sabatina para después de tanta Susana Distancia (y Manuela) tener el gozo de saludar a los camaradas, en particular al entusiasta y cachondo coordinador del grupo, mi querido Israel Rocha Luna, a quien hacía dos años que no tenía el gusto de estrechar en un abrazo de piel a piel.
Además, la ocasión me pareció inmejorable para nutrir una serie fotográfica documental en la que estoy trabajando con emoción más morbosa que artística: Fetiches públicos, deseos privados.
Lenta resultó la caminata, ¡duró más de tres horas en las que fue cayendo la noche sobre el Paseo de la Reforma y empezó a soplar un viento que obligó a cerrarnos las chamarras de cuero negro! Precisamente las paradas que la dilataban eran para tomar fotos, sobre todo en espacios icónicos de la ciudad como el palacio de mármol, algunas fuentes de la Alameda y, finalmente, al pie de nuestra victoria alada, recientemente restaurada y liberada del cerco que la protegía.
Yo me retrasaba aún más aprovechando para mis tomas personales rincones que me parecía podían generar un diálogo visual entre el arte público, como la entrada a la estación Bellas Artes donada por el metro de París, o los anuncios publicitarios con las filias de los modelos.
Claro que me permití una travesura exhibicionista al final, después de la cena en el Vips de Hamburgo, en la que aproveché un chile en nogada como inmejorable postre de la jornada...
Participaron 17 galanes en cuero y juguetones cachorros, y posaron con generosa paciencia, como puedes ver en la jotogalería que hoy te comparto, querido lector, amable lectora, transido de refinada perversión. ¡Avánzale y no dejes de avanzar en esta liberadora procesión del fetiche!
¡Hasta el próximo choque de chichis y braguetas, señoras y señores míos!
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