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Sobre mi columna

Sobre mi columna

Sobre mi columna (sin albur)

Cual despertar adolescente, la columna Nosotros los jotos se irguió gozosa entre las páginas del periódico Metro, el martes 2 de julio de 2013.

Su firme propósito no fue per se activista (ni pasivista), sino el de mostrar la vida de los lilos, floripondios, ninfos, mujercitos y puñales mexicanos, sobre todo de la Ciudad de México, donde resido. Un vivir que podía ser tan festivo y lúbrico o culero y desafiante como el de cualquier persona señalada con otras etiquetas reduccionistas.

Al sucederse las publicaciones (hasta el 28 de abril de 2020), Nosotros los jotos se fue dilatando para acoger, con el mismo gusto, las historias de más personas de la diversidad sexogenérica, desde lesbianas y trans (con su niñez incluida)  hasta bugas solidarios.

Dicha inclusión sin prejuicios se mantiene como el más ardoroso deseo en esta página web que he construido con la ayuda profesional y cariñosa de Paola Bertrán, Marco Colín y Álex Rodríguez. ¡Jotísimas gracias, mis amores!  

Nosotroslosjotos.com pretende continuar seduciéndote, querido lector, amable lectora, con un contenido periodístico de caricia festiva y cultural aglutinado en las secciones:

La pregunta indiscreta, con reveladoras entrevistas.

Cuando éramos sodomitas, de curiosidades históricas muy raritas.

Jotogalería,  donde reina la imagen de ambiente.

El cuarto oscuro, poblado de jadeos y cachondería para que te mojes (con un cover para hacer la página autosustentable).

Del archivo, en la que iremos subiendo, con material gráfico añadido, las columnas publicadas durante casi siete años (pero paciencia ¡porque son más de 350!).

Elegí la palabra joto para nombrar una columna rompedora porque es muuuy mexicana.

Pero debo aclarar que es un mito lo que creía en un principio: que a los homosexuales nos empezaran a llamar jotos porque éramos encarcelados, por el solo delito de llevar una vida desviada, en la crujía J del Palacio Negro de Lecumberri, inaugurada en 1910 por el presidente Porfirio Díaz.

Casi un siglo antes, en una crónica publicada por el periódico El Mono del 16 de abril de 1833, se usa ese mote despectivo para referirse a un hombre afeminado (Jaime Cobián, Los jotos, Prometeo Editores, 2013).

Yo retomé el homofóbico insulto, que mil veces me dijeron en la infancia como a tantas comadres, para darle la vuelta y ensartarlo con el arma de la apropiación gozosa.

¡Nosotros los jotos siempre hemos estado y siempre estaremos!

¡Bienvenida, bienvenido, que la jotería nunca se acaba!

contacto@nosotroslosjotos.com