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Es VIH+ y el Covid se la pela

Es VIH+ y el Covid se la pela

Por Antonio Bertrán

Alejandro Dungla es una persona muy neta. En sus redes sociales y trabajos siempre maneja que vive con VIH (desde octubre de 2016), así que rechaza mi ofrecimiento de que podría ser anónimo su testimonio como un seropositivo que sobrevivió al Covid-19.

“Si no hablamos y decimos las cosas con nombre y con todo y apellido no va a cambiar (el estigma)”, afirmó tres días antes de cumplir 35 años el domingo 24 de mayo. Lo soltó en referencia al acoso que algunas personas infectadas con el coronavirus SARS-CoV-2 han sufrido por parte de sus vecinos, y que a muchos nos  recordaron los peores tiempo de la discriminación por ser sidoso.

Sin embargo, su sincera respuesta a una de mis preguntas indiscretas sí me pidió que quedara entre nosotros porque bastante lo han llamado “irresponsable” por haber viajado a una zona de riesgo en medio de la pandemia, donde lo más probable es que se haya contagiado.

Yo solo pude comprenderlo recordando los comentarios de tantos usuarios de las benditas redes sociales, proclamados desde una ridícula altura moral, con críticas a “la gente inconsciente que…”.

Pero vayamos a su testimonio y que mejor —NO— lo juzgue el querido lector, la amable lectora:

La madrugada del viernes 13 de marzo, Álex y su esposo Alexander Martin tomaron un vuelo a Madrid desde la Ciudad de México.  

Mi amigo, graduado de gastronomía en la Universidad del Claustro de Sor Juana y periodista de temas culinarios, se había casado con Mr. Martin, financiero estadounidense de 31 años, el 30 de enero de este 2020. Ya tenían cuatro años de relación.

No fue un acontecimiento que copiara los clichés de las bodas bugas, me aclaró: “Solo firmamos y nos fuimos a la cantina con amigos cercanos, that’s all. Todo fue en el Centro Histórico”.

Así que la visita a España tampoco obedecía al típico viaje de luna de miel, sino a unas vacaciones planeadas por la pareja desde al año pasado para disfrutar de la famosa fiesta de las Fallas de Valencia.

En pleno inicio del Estado de Alarma, los esposos con el desolado centro de Valencia al fondo.

Álex había estado muy pendiente de las noticias cuando el nuevo coronavirus llegó a Europa, y la cancelación del Festival de Venecia lo hizo prever que lo mismo ocurriría con las Fallas. Sin embargo, su viaje se mantuvo con la ilusoria —o ilusa— idea de, al menos, disfrutar de la ciudad y la gastronomía, esa debilidad del gusto convertida en su especialidad profesional.

“Nunca había dimensionado realmente a qué punto iba a llegar la epidemia o cómo se iba a desarrollar, y tomamos nuestro vuelo”, narró mi colega.

El aeropuerto de Barajas recibió a los esposos con la noticia de que España iniciaba ese mismo sábado 14 de marzo el Estado de Alarma, tras contabilizar más de 4 mil 200 casos de infectados y 120 fallecidos a causa del Covid-19.

Todo estaba cerrado en la capital ibérica, donde solo pasaron una de las dos noches planeadas en la casa de un amigo, y al otro día salieron “huyendo” a Valencia en un tren que llevaba muy pocos pasajeros. Encontraron la ciudad portuaria más tranquila que la estresada Madrid, pero con los negocios también cerrados.

Para no hacer el cuento largo, Álex resumió que decidieron cambiar de inmediato su vuelo de regreso a México, previsto desde Barcelona el 25 de marzo. Fue un "rollo" hacerlo y el vuelo también porque el avión estaba llenísimo y además era palpable la angustia entre los pasajeros.

“¡Crucé dos veces el charco en cuatro días!”, exclamó irónico.

“El 19 (de marzo) ya estaba en casa, aquí todo estaba en fase uno (la Emergencia Sanitaria se declararía el 30 de marzo), y esa misma noche, tenía dos horas en la casa y me empezó a dar fiebre y a doler muchísimo la garganta, y me empezó a doler muchísimo la cabeza y todo el cuerpo. Le dije a mi esposo ‘Yo creo que esto es el coronavirus, venimos de la zona de más riesgos en Europa y me parece lógico, no hay que buscarle tanto’”.

Sin embargo, Álex me aseguró que no se asustó, ni siquiera por su condición de VIH positivo, pues si bien es una de las comorbilidades del Covid-19 (con el índice más bajo entre ellas, 0.56), está perfectamente controlado porque desde principios de 2017 mantiene su carga viral en nivel indetectable gracias a su adherencia al tratamiento antirretroviral.

Otro punto a su favor fue que no presenta inmunosupresión dadas sus 800 cédulas de defensa o CD4 (el riesgo de contraer enfermedades oportunistas se presenta cuando bajan de 200).

“En ese momento ni siquiera estaba muy claro, pero lo que tengo entendido es que si tienes tus CD4 en un buen nivel y tu carga viral es indetectable, no debes tener miedo al Covid”, advirtió.

“Creo que el VIH me ha ayudado mucho a calmarme cuando me han dado otras enfermedades. No me asusto, las trato, porque pelearse con ellas sale peor, te deprimes y mil cosas”.

El primer caso en el país de una persona con VIH sida fallecida por Covid-19 se dio a conocer el 2 de abril, en Puebla. Era un hombre de 42 años que, informó la presa local, no había acudido a sus citas periódicas para mantener fortalecido su sistema inmune (https://24horaspuebla.com/2020/tenia-vih-sida-el-segundo-fallecido-por-covid-19-reporta-salud/).

Como vihchoso, a mí me dio mucha tranquilidad que el doctor Gustavo Reyes Terán, coordinador de los Institutos Nacionales de Salud, revelara en la conferencia vespertina sobre el Boletín Epidemiológico del 19 de abril, que había al menos 10 comadres seropositivas con Covid-19 que estaban evolucionando favorablemente, dado que vivían bien controladas con sus antirretrovirales.

Álex y Alexander (reflejado en la ventanilla) en el metro valenciano, camino al aeropuerto para adelantar su vuelo de regreso a México.

Alex me contó que sintió los síntomas no más intensos sino de manera diferente a los de la influenza, y que nunca perdió los sentidos del olfato y del gusto, que para un gastrónomo son tan apreciados.

¿Y el esposo con el que estuvo conviviendo todo el tiempo? Nunca desarrolló la enfermedad, así que tienen la teoría de que es asintomático (también son una pareja serodiscordante, pues Alexander no vive con VIH).

“Me la pasé tres días tirado en cama, con fiebre”, relató Álex vía telefónica. “Lo único que tomé fue paracetamol y mucha agua, muchísimos líquidos además de dormir mucho, lo mismo que haces con una influenza”.

Al segundo día, el enfermo quiso seguir el protocolo de atención y llamó al número Covid habilitado por las autoridades, subrayando que vivía con VIH. Le hicieron algunas preguntas sobre su sintomatología y, como no tenía problemas para respirar, le aconsejaron quedarse en casa.

Para no diseminar el virus como ocurre con el glitter en una fiesta drag, Álex prefirió no salir a hacerse la prueba, y nunca llegó la que solicitó a las autoridades que le fuera hecha en su domicilio. Así que lo más probable es que su caso y el de su esposo no estén contabilizados entre los no confirmados.

A los seis días de reposo, a mi buen Álex el Covid se la peló. Pero reconoció que finalmente sí había vivido cierta inquietud:

“Me asusté un poquito cuando empecé a ver esta onda de la estigmatización hacia la gente que tenía Covid, como ese caso súper loco, creo que en un condominio de la Del Valle, donde le echaron cloro a la puerta de un enfermo y no dejaban entrar a la gente (que le llevaba provisiones)”.

Aunque en el condominio donde Álex vive con Alexander en la colonia Guerrero, con dos torres y 80 departamentos, “todo el mundo se enteró” de su caso, no enfrentó más que el monitoreo un tanto paranoico de la administradora.

“Me estuvo busque y busque y checando cómo estaba, pero yo me encerré, cumplí con mi cuarentena y tan tan”.

A raíz de su caso, en los elevadores de ambas torres se pegaron anuncios que pedían a los vecinos seguir los protocolos de prevención, y en la recepción del condominio se colocó gel antibacterial.

Álex con su querida Olga, el domingo de su cumpleaños 35.

“Cada cuerpo es diferente y reacciona diferente a las enfermedades”, reflexionó sabiamente Álex, “pero en mi experiencia gracias al VIH, y creo que muchos seropositivos podrían estar de acuerdo conmigo, tengo una visión de los virus diferente: son parte de nuestro ecosistema y hay que ponerles la mejor cara. Si podemos luchar contra ellos, adelante, pero tampoco creo que sea cuestión de pánico. Una de las grandes enseñanzas de ser seropositivo es que los virus están ahí y tenemos que vivir con ellos”.

Me dio mucho gusto saber que mi querido Álex celebró sus 35 años de vida, totalmente restablecido,  en su departamento preparando una paella de mariscos, bebiendo Albariño gallego con su marido, en compañía de su amorosa perrita Olga y de… mejor no te doy más detalles, no vayas a estarnos leyendo subido en los taconazos de la superioridad moral.

¡Hasta el próximo choque de chichis y braguetas, señoras y señores míos!

Por favor usen bici, no sean criticonas y, sobre todo, usen condón y cubrebocas.


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