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41 y 6

41 y 6

Por Antonio Bertrán

Ese último sábado de junio de 1979, unos 500 gays, lesbianas y “vestidas” salieron a la calle en la primera Marcha del Orgullo Homosexual con una “mezcla de miedo, osadía, coraje, expectativa e ilusión”.

Sobre todo marcharon con el “orgullo de ser y mostrarse, porque la sensación de perder el miedo es extraordinaria”, recordaba Juan Jacobo Hernández el pasado sábado [de junio de 2019], también 29 como aquel día histórico, en la 41 Marcha del Orgullo LGBTTTI.

A las 12 del día, el fundador del Frente Homosexual de Acción Revolucionaria (FHAR) y Yola estábamos sobre el Paseo de la Reforma, a la altura de la puticalle Amberes. Este cronista fungía como conductriz de una transmisión para el Grupo Reforma, al que pertenece Metro, la cual se había planeado que sería en vivo.

Entre la multitud reunida el año pasado (2019), Héctor Orlando Aguirre, de El Clóset LGBT; su segura conductriz y Aletze Sebastian Estrada, fundador del grupo transmasculino Hermanxs.

Pero la red de internet se colapsó por el chingomadral de personas que, desde las 9 de la mañana, empezaron a inundar la principal arteria de la capital y, entre los carros alegóricos de marcas comerciales y antros, no dejaron de compartir fotos de la jotérrima creatividad que se plasmaba en carteles y atuendos.

Así que tuvimos que grabar el programa, que se transmitió diferido por el canal de YouTube de Reforma, donde lo puedes buscar, querido lector, amable lectora.

—En medio de esta marcha multitudinaria, colorida, tan diversa, si miras hacia atrás a esa primera marcha del 79, ¿qué tipo de orgullo sientes? —le pregunté, gritando porque soy neófito con el micrófono, al querido Juan Jacobo, que a sus 77 años se mantiene en la vanguardia de la lucha.

—Yo siento una enorme emoción y me veo reflejado en todas estas personas que suben y bajan. Me da mucho gusto que lo que hicimos al principio ya se haya consolidado en esta marcha que es la más antigua de América Latina, no la más copiosa, que es la de Brasil, pero sí la más antigua.

—Creo que esta edición va a tener un récord de asistencia fenomenal.

—Yo también.

Pasadas las 12:30, la oleada de participantes empezaba a invadir el espacio donde había entrevistado también a Anathan Briss, que llevaba dos cartulinas con fotos y portadas de las primeras manifestaciones en las que participó exigiendo el alto a la represión de los “mujercitos”.

Anathan Briss muestra sus recuerdos de la lucha histórica en la que ha participado y fue muy retratado por la prensa sensacionalista. 

Luego estuvieron con nosotros Edén Irene Valdivia y Aletze Sebastian Estrada, de la aguerrida “resistencia trans”, y Héctor Aguirre, un regio de 26 años fundador de la página de Facebook El clóset es para la ropa, no para las personas, cuyo activismo en redes sociales llega a más de un millón 700 mil seguidores.

La oportuna intervención con su bastón de mi amigo y editor Arturo Sánchez me salvó de que una enorme pelota promocional que rodaba sobre la concurrencia me cayera encima mientras despedía la grabación.

Al acompañar al equipo a la calle de Amberes para que intentara enviar el video, me asombré del gentío que por ahí llegaba y, misión cumplida, me despedí para lanzarme a gozar de lo que algunos llaman “Navigay”.

Pude llegar más o menos sin atorones a la cercana glorieta del Ángel, donde no tuve otra opción que dejarme llevar un buen rato por el flujo de la masa feliz.

El activista histórico Juan Jacobo Hernández, fundador del FHAR, con una nueva generación de luchadores LGBT. Edén Irene Valdivia (extrema derecha) pertenece al colectivo trans. 

Las autoridades reportaron una asistencia de 170 mil personas, pero yo sentí más gruesa la participación de los miembros de diversas asociaciones civiles, entidades políticas, universidades, cuerpo diplomático...

No solo acudimos los elegebeteros en festiva masa, sino muchísimos padres y madres que ofrecían abrazos cariñosos a quienes —todavía hoy— sus familias rechazan por “desviados”; harto primo al que con gusto se la arrimo; la jotera sin la que una no existiera, y los lindos sobrinos o hijos de parejas homoparentales que bailaban como en fiesta de quinceañera ondeando la bandera arcoíris.

También vi pubertos heteros ávidos de echar desmadre porque quizá, como me comentó una amiga, ir a la marcha “está de moda”.

De ser así, bendita “moda” la de salir a la calle sin prejuicios, como el señor madurito que portaba muy orondo una chamarra amarilla adornada de gotas diamantinas.

El amor lésbico, siempre presente.

Hermosa “moda” la del cariño que movió a un efebo a pintarse en el pecho desnudo “Se regalan besos”, y prodigarlos sin discriminar. O la del muchacho sonriente que levantaba una pancarta con el lema “Vive y deja vivir. Ama y deja amar”.

Respetable “moda” la de la trabajadora sexual que se sacaba la paleta de la boca para gritar “¡No más trans asesinadas!”.

Valiente “moda” la de Ricardo y Chui, llegados de Chilpancingo, que portaban playeras con un triángulo rosa y la advertencia contra el estigma: “Soy sidoso” (como yo mero). O la pareja de lesbianas que llevaban un estampado arcoíris que proclamaba, mientras se besaban, “Love is Love”.

Y, sobre todo, deseable “moda” la de los muchos “indecentes”, como un esbelto adonis que en calzón ceñido enseñaba un paquetazo que su acompañante no resistió bajarse a lamer.

En la Marcha siempre hay escenas de libertad y cachondería, como esta que protagonizó enseñando paquetazo mi querido San Gil Caballero.

Admirable no moda sino postura de vida la del activista histórico Xabier Lizarraga que avanzaba, apoyado en su bastón, con el comité histórico para criticar la presencia de marcas y del gobierno en su marcha, porque él también organizó la primera, que fue de exigencias sexo políticas, junto con Juan Jacobo Hernández.

Todos cupimos, hasta los vendedores oportunistas, en esta 41 marcha que exaltó la reivindicación de los 41 maricones que fueron detenidos en una redada policiaca, la noche del 17 de noviembre de 1901, por el solo hecho de que la mitad de ellos se divertían, travestidos de mujer, en una fiesta privada. Fueron exhibidos al otro día barriendo las calles de la ciudad y después enviados, en conscripción forzada, a pelear en una guerra de castas en Yucatán.

Más de un siglo después, esos que éramos llamados “ramillete de escándalo” hemos ganado derechos, aunque aún falta mucho en aras del respeto y la igualdad en todo el País.

Hoy la pelea y consigna, nos dijo Juan Jacobo con la misma ilusión que tuvo en 1979, es que esos chingomiles de participantes del sábado, entre los que asistieron muchos de los Estados como las muxes de Oaxaca, indiscutibles reinas de la marcha, “no olviden a los que no pueden estar aquí, no olviden a los muertos, no se desprotejan para que no adquieran VIH y, sobre todo, que mantengan una conciencia crítica para llegar a un anhelo: que todos los mexicanos tengamos justicia social”.

Xabier Lizarraga, del grupo Lambda, participó en la organización de la Primera Marcha en 1979.

Nosotros los jotos está de fiesta porque justo hoy [el martes 2] cumplimos seis años de llegar cada martes a tus amables manos, querida lectora, amable lector. Gracias por tu fidelidad, y a Metro por acogernos con cariño, que igualmente correspondemos de nuestra parte (sin albur).

¡Hasta el próximo choque de chichis y braguetas, señoras y señores míos!
Por favor usen bici, síganos leyendo porque la cosecha de jotiadas nunca se acaba y, sobre todo, usen condón.

2 de julio de 2019.

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