Mi ojo de loca se deleitó hace unas semanas con los cachondísimos hombres retratados por Federico Gama. Lubricaba no solo de mis pupilas admirando a varios jóvenes indígenas emigrados a la ciudad, que conforman su emblemática serie Mazahuacholoskatopunk, y también ante los presos –que no parecen presos– de Islas Marías o los nazarenos de Los iluminados. ¡Y no se diga con los guapos vaqueros gays de Súper G!
"¿Será mana Federico Gama?", me surgió la curiosidad al concluir chorreando el recorrido por Intersticios, la retrospectiva que le dedica la querida Galería José María Velasco, que con esta nutrida y bella muestra curada por el director, Alfredo Matus, celebra sus 70 años de existencia en el barrio bravo de Tepito.
Tan pronto como regré a casa le escribí un mensaje con mi indiscreta inquietud al también artista de la lente Armando Cristeto Patiño, buen amigo de Nosotros los jotos.
"Claro que no, Federico es completamente hetero, su esposa es Blanca Juárez, muy hermosa", fue la respuesta de Cristeto.
Unos días después en la José María Velasco, sentado frente a mí y rodeado por sus seductores retratos, Federico rió cuando le referí todo esto.
"Nunca pensé en una situación homoerótica o erótica, sino que a mí me persuaden los personajes por los personajes", me explicó con la misma franqueza, libre de prejuicios, con la que aborda a los excluidos sociales, que le encanta retratar.
"Me di cuenta de esto hasta que ya había hecho parte de mi obra y un fotógrafo, curador y editor me dijo: 'Cuando vi tus fotos pensé que las había hecho un gay'. Y yo le dije que era curioso porque, por ejemplo, para las fotos de Islas Marías yo pensé en las formas y en los cuerpos, que sí son como esculpidos y perfectos por la vida que estos presos han llevado y ahí llevan, pero nunca pensé en una cuestión erótica".
En general, ¿qué características físicas debe tener un hombre para –tú has usado mucho esta palabra–, para seducirte fotográficamente?
Son varios factores, pero el más importante es que yo vea que una persona se siente orgullosa con lo que está vistiendo, que emane tal poder que tú dices: 'Este güey lo está disfrutando'. No importa qué condición tenga, incluso si está en situación de calle, o de dónde provenga o qué preferencia sexual tenga. Y sobre todo me gustan, me persuaden aquellos personajes que están considerados como no visibles en las revistas de moda o de sociales".
Por lo tanto la erotización tiene que ver más con la recepción, con el ojo del receptor.
Exacto, pero en el caso del emisor a mí lo que me interesa es el empoderamiento y el orgullo que tiene la gente. Ahora bien, me gustan mucho los cuerpos porque yo vengo de una veta que me interesaba mucho: la escultura (antes que fotógrafo, quería ser pintor o escultor). Yo me formé como periodista profesionalmente (hoy es editor de fotografía en El Heraldo de México), estudié la licenciatura en fotografía y luego la de diseño, pero en mí estaba el rollo de la escultura y de la pintura porque es lo que yo quería hacer. Estas formas corporales me encantan porque son esculturas. Ve el cholo –señaló a Mira que te miro, de la serie Islas Marías–. Yo veo al David. Es muy escultural su cuerpo.
Federico se levantó y lo seguí hasta donde cuelga Hijo mío, madre mía (2010), de la serie D12, que hizo 12 años seguidos fotografiando durante 12 horas lo que ocurría en la Basílica de Guadalupe cada 12 de diciembre.
"Esta es mi Piedad, porque hay diferentes posturas de la Piedad, no todas son acostadas como la de Miguel Ángel. Pero también es muy corporal con esta iluminación que trata de sacarle volumen al cuerpo. A mí me encantan este tipo de cosas, que tienen que ver más con la cuestión formal que de sexualizarlos.
"Ahora que, mucha gente, mi madre, amigas y amigos gays y de todo tipo me decían: 'Es que son muy guapos, y es que ve qué cuerpos'. Y yo les decía: '¡Uta!, eso es lo que menos veo'. Y con Súper G ya tenía más esa intención, porque yo sabía que ellos (los vaqueros gays) se visten así para erotizar, ellos sí tienen un rollo sexualizado porque saben que de esa manera van a ligar".
En su ejercicio gozoso de observar a las personas en las calles, que Federico empezó a practicar desde la adolescencia en el barrio de Tacubaya, donde vivía, y durante sus recorridos por zonas de la Ciudad de México como Tepito o el centro histórico, los vaqueros gays le saltaron a la vista en una Marcha del Orgullo Homosexual.
Interesado en las manifestaciones sociales, porque es en ellas donde "nos identificamos con el otro y se expresan de manera importante estos elementos simbólicos de identidad del mexicano o de la masculinidad" que ha buscado fotografiar, Federico recuerda que en 1987 fue por primera vez a la marcha gay, y al año siguiente volvió a ir ya acompañado de su cámara.
Al principio retrataba a "los personajes que eran trans, del travestismo, y gente que se desvestía", ya que resultaba "muy atractivo fotográficamente hablando en esa época".
"Las vestidas", pronuncié el término al que Federico solo le daba vueltas para no herir susceptibilidades, pero así se las llamaba entonces.
"Hacía fotos de ellas pero no me gustaban mucho porque sentía que caía en lo mismo, es decir, repetía lo que decían mucho los medios de comunicación y que terminaba en amarillismo más que en una cuestión de orgullo, terminaba descalificándose (la marcha), con un rechazo de la sociedad, entonces esas imágenes prácticamente nunca las publiqué, aunque existen.
"Y cuando empiezo a notar esta parte de la masculinidad, yo dije: 'Sí, claro, aquí hay algo que se está manifestando, que tiene que ver con esta imagen del narcotraficante macho que seduce tanto a hombres como a mujeres, y se está manifestando de una manera muy interesante en la marcha gay, porque está fluyendo no solo en nuestra sociedad sino en nuestra preferencia, está llegando a la intimidad'. Y a mí eso fue lo que me sedujo realmente".
¿Por qué el superlativo del gay en la serie Súper G? Porque la G me imagino que es de gay.
De gay, sí. Por esta cuestión de la masculinidad, que me llamaba mucho la atención, y jugar con esta idea de que eran súper hombres, como lo máximo. Era como decir: "Ah, estos son los súper gays", y hacer énfasis en que finalmente está representada aquí toda la sociedad, en todas sus formas, no solamente la parte femenina, sino también su parte masculina. Puede estar el carnicero, el oficinista, cualquiera. Y me gustaba mucho esta frase que se decía durante mucho tiempo en la marcha de: "(Lesbianas y homosexuales) estamos en todas partes". Que se ha desdibujado ahora porque ya no están tan escondidos. Pero yo que tengo una cuestión histórica, por eso lo enfatizaba, no porque fuera ahora el macho el que está representando al gay, sino por esta cuestión de decir: "Estamos en todas partes".
Reconoces que en tus fotos hay un reflejo autobiográfico, ¿qué dicen de ti, que no eres gay, las imágenes de Súper G?
Lo que dicen de mí es, por ejemplo, que apoyo a la comunidad. Yo he apoyado mucho no solamente la onda gay, sino la lucha por el respeto de la gente de ser, de sentir lo que ella quiere. Antes de empezar este proyecto participaba mucho en las manifestaciones de los jóvenes estudiantes de izquierda en Ciudad Universitaria, en 1986-87, pero con una idea de avanzada de estos grupos, porque también había muchos machos. Yo decía: "Se tiene que apoyar la libertad, tiene que ser parte de la conciencia social respetar a los demás, no discriminar". Y a mí me interesaba hacer algo, es ahí donde se integra mi trabajo. A lo mejor por eso rescato más esto que el rollo más femenino de la marcha, donde no me identifico tanto por el uso que se le estaba dando en ese tiempo y que se le sigue dando a las vestidas, que ganan las portadas de los periódicos. Quería jugar con esta idea que tiene quien no está en este campo, y al ver la foto dice: "Oye, ¿y es gay?". Ahí es donde yo me doy.
Contracultural desde la familia
Yo intuía que la sensibilidad y respeto de Federico con la causa de Nosotros los jotos se debía a que tenía algún buen amigo o un familiar gay, y atiné. Se trata de su hermano Sergio, quien administra una estética, y solo es un año mayor que él (hoy tienen 58 y 59 años).
Y creo que por primera vez el artista de la lente contó en entrevista esta significativa experiencia para su formación personal, que sin duda repercutió también en un trabajo profesional en el que, durante más de 30 años, no solo ha buscado visibilizar a los miembros de grupos marginados, sino hacerlo empáticamente con un respeto que implica retratarlos en la calle igual que se haría con un encumbrado político o una estrella del espectáculo en el estudio.
¿Digamos que Sergio te sensibilizó en toda esta cuestión del respeto, de la inclusión por la convivencia que tuviste con él de niño, en la familia?
Sí. Así como se discrimina y se estigmatiza socialmente, se discrimina y se estigmatiza en la familia, entonces tienes que generar todo un proceso de conciencia y de aceptación del otro y decir: "Oye, yo creo que podríamos hacer algo en este sentido y a lo mejor cambiar nuestra percepción, y a lo mejor entender y a la gente dejarla ser".
¿Fue fácil para él en la familia vivir como gay?
No, eso fue muy complejo. Por eso te planteo que no solamente todas estas cosas de discriminación y de estigmatización se dan en la sociedad, sino también en la familia que es una célula de la sociedad donde todos sus complejos ocurren.
¿Lo comprendiste siempre?
No siempre, pero cuando entendí que había que hacerlo, sí. Éramos muy cercanos en edad, y al principio no sabes, no entiendes qué onda hasta que tú te empiezas a sensibilizar, a analizar la situación… Siempre fui contracultural y también tuve que ser contracultural en el seno de la familia, y eso también me ayudó a apoyarlo, a decir: "A ver, qué podemos hacer". Porque no te queda de otra.
El primer personaje especial
Cuéntame la historia de Ecce Homo (1987), que fue una de tus primeras fotos (la primera la tomó en 1986, sobre las agresiones a unos trabajadores por parte de la policía durante la conmemoración del 1 de mayo).
Es muy interesante la historia de esa imagen, porque yo estaba empezando con la foto, tenía un año o dos con la cámara, pero mis obsesiones, mis gustos ya estaban muy incrustados, ya mis personajes eran especiales. Yo estaba en la casa y mi mamá me dice: "Vi un personaje que si lo hubieras visto seguro le tomabas una foto". Fíjate, mi mamá con buen ojo. Y yo le dije: "Pues, ¿cómo era el personaje?". "Era un tipo que traía un velo de novia, y andaba casi desnudo en la calle". Yo me imaginé la cosa más interesante del mundo, o sea, en mi imaginación ya había retratado al personaje. Y después yo iba a ir a la colonia Portales para hacerle fotos a unos fierreros de los que se ponen alrededor del mercado de la Portales, donde venden chácharas como en Tepito. He trabajado mucho ese tipo de temas. Y un amigo me dice: "Yo te doy raid, vamos". Íbamos para allá y en una curva veo a un personaje que llamó profundamente mi atención, un cuate que llevaba un sostén, estaba prácticamente desnudo, y le digo a mi amigo: "Párate aquí". "¡No, estás loco, güey, estamos en el Viaducto!". Y yo: "Párate porque tengo que hacerle una foto a ese personaje". Entonces pum, pum, pum, es un poco apurada la foto pero yo logro hacer la imagen en esa curva del Viaducto que está casi para llegar a Insurgentes, de Poniente a Oriente.
Después la revelo, la imprimo y mi mamá me dice: "¡Ay, ese es el personaje!". En ese momento ya ni había relacionado que era el personaje, y le dije: "No, este no se parece al personaje que imaginé". Era el que vio ella, pero seguramente ya no traía todos los elementos. Ahora, tampoco era tan fácil dialogar con él, estaba drogado o cualquier otra cosa, traía una botella como de licor en la mano.
Tú te plantaste enfrente y le hiciste la foto con todo descaro o determinación, digamos.
Sí, sí. Después de ver esa fotos y otras qué he hecho, me digo: "¿Cómo paras a estos tipos en la calle? No sé, solo lo hago". Para mí es muy fácil, fluye muy simple. Voy midiendo la situación: si le hago la foto directamente y, aunque me vea y todo, no me dice nada, no me pregunta nada, yo sigo mi camino y ya. Pero si la persona me dice algo o si a mí me interesa un poco más de información le pregunto: "Oye, ¿qué onda con esto, qué onda con aquello, por qué te vistes así, qué te gusta?".
De la masculinidad a lo no binario
Has explicado que en Intersticios “hay un hilo conductor muy interesante que es la cuestión de la masculinidad”, en ese sentido ¿qué matiz distintivo aporta la serie Súper G en relación a las otras? Finalmente por la vestimenta vaquera los retratados tiene los estereotipos del macho, y también se advierten empoderados.
Claro, yo creo que lo que más aporta es no solamente la actitud masculina, la vestimenta masculina, sino esta cuestión de la preferencia, es decir, del hecho de que se están ligando machos a machos, de que ven en esta imagen un atractivo también erótico, tanto hombres como mujeres, porque estos personajes son atractivos para hombres y para mujeres. Y ahí la parte del género para mí era lo más importante, esta era realmente la aportación, porque es muy continua. Cada una (de las series) trata de poner a la mesa ciertas cuestiones, una puede ser la discriminación o el racismo en los mazahuacholoskatopunk, pero aquí hay también una discriminación obviamente por la cuestión del género, pero también una parte del orgullo por la actitud del personaje, que es un personaje gay. Y justo a uno o dos años, cuando yo empiezo, sale esta película de Secreto en la montaña (diciembre de 2005), y dije: "Chin, yo ya venía trabajando esto y ahora se relaciona mucho con la película". Pero finalmente ya estaba en el ambiente, al menos en México, y para mí esa era la forma de decir: "Esta masculinidad también puede ser atractiva para otros géneros, y además como parte de su propuesta no para esconderla sino para manifestarla y reafirmarla por este empoderamiento también, que te da la imagen". Y finalmente decir: "No importa la imagen y tampoco importan mis referencias, creo que todos podemos ser libres, se disfrutan todas las formas de ser".
Así como los mazahuacholoskatopunk usan la vestimenta como un escudo para esconder su ser indígena o albañil, ¿los vaqueros de Súper G no estarán usando esta vestimenta para esconder su “afeminamiento”?
Sí, yo creo que ahí es muy interesante también lo que veo como lo afeminado, porque finalmente en los vaqueros o los que yo llamo Súper G se van jugando los roles femenino y masculino. Habrá quien es más masculino y habrá quien sea más femenino. Hay una parte social, donde un sector importante de este grupo se pueden vestir como muy machos y pasar desapercibidos en el lugar donde trabajan, con su familia, en lo cotidiano, porque no tienen por qué decir qué preferencia sexual tienen, y eso también los ayuda y los empodera para no sentirse agredidos. Como en el caso de los mazahuacholoskatopunk, que vienen de las culturas indígenas y rurales, es muy fácil agredirlos si los vemos con sus atuendos indígenas, también es muy fácil agredir a alguien si es muy afeminado, porque dicen esa frase que se usa en el fútbol: "Es puto, y por lo tanto es débil y por lo tanto puedo hacer lo que yo quiera con esta persona". Pero con esta vestimenta dices: "¡Aguas!". Y además son corpulentos, así que todos estos factores también les ayudan, los empoderan. Lo mismo pasa con las mujeres que toman una actitud muy masculina, y otras que se relaciona con ellas adoptan una actitud muy femenina, quieren sentirse protegidas exactamente como en un rol heterosexual, lo cual es muy curioso también.
¿No te interesa retratar a las llamadas otras masculinidades, que están en construcción, por ejemplo, desde el no binarismo y aspiran a ser menos tóxicas en referencia a las agresiones que implica ser hombre heteronormado?
Sí, fíjate que últimamente creo que estoy más interesado en esto, porque me daría una visión más neutra de lo que he venido trabajado desde hace mucho tiempo, que es la vestimenta como una forma de expresión. Quisiera hacer fotos tanto de mujeres que son muy masculinizadas, como de esta parte neutra, de quienes dicen: "No tengo que estar ni con uno ni con otro género". Creo que esta parte no binaria nos permite una forma más democrática de la expresión corporal, y no tan marcada. Porque no nacemos hombres o mujeres, sino que son construcciones sociales, y también se puede hacer una no construcción social y dar una alternativa. Claro que me encantaría trabajarlo. Si esto se empieza a dar, por ejemplo, en la marcha (del Orgullo LGBT) y yo lo noto de una manera concreta, seguramente lo voy a seguir como lo haría Cartier-Bresson, como mi presa. Es que Cartier-Bresson decía que había que "cazar la realidad como fragantes delitos". Creo que todavía está fresco, no lo he notado mucho en la marcha, aunque ya he medio empezado porque tengo por ahí dos o tres imágenes sobre todo de los chavos que se visten medio punks y ya no notas bien si es masculino o es femenino o si están los dos géneros.
Intersticios se puede gozar hasta el 24 de octubre en Peralvillo 55, colonia Morelos.
¡Hasta el próximo choque de chichis y braguetas, señoras y señores míos!
Coméntanos con libertad y RESPETO