Te has suscrito correctamente a Nosotros los Jotos
¡Buenísimo! A continuación, completa el pago para obtener acceso completo a Nosotros los Jotos
¡Has iniciado sesión correctamente!
¡Éxito! Tu cuenta está activada, ahora tienes acceso a todo el contenido.
¡Éxito! Tu información de facturación se actualizó.
La actualización de la información de facturación ha fallado.
Putos pintando bardas

Putos pintando bardas

Por Antonio Bertrán

Juan Jacobo Hernández sintió una “sabrosísima” descarga de adrenalina al tiempo que escribía con aerosol negro: “Junio: mes del orgullo HOMOSEXUAL, FHAR”. La barda elegida para la pinta estaba en la Avenida Plutarco Elías Calles de la colonia Zacahuitzco de la Ciudad de México, colindante con Nativitas donde vivía el entonces activista de 37 años, delgado y de carácter brioso.

Era la media mañana de un día a principios del mismo junio, de 1979. A la casa de Juan Jacobo, en Virginia 118, habían llegado Fernando Esquivel Reyes y Carlos Toimil Robert, los colegas con los que fundó, tan solo un año antes, el Frente Homosexual de Acción Revolucionaria (FHAR).

Juan Jacobo, pinta y orgullo. Foto de Agustín Martínez Castro.

Los muchachos habían decidido salir a promocionar con pintas y pósters que el último sábado del mes los lilos o jotos y las lesbianas se manifestarían en su “1ª gran marcha del orgullo homosexual” para exigir “¡ALTO A LA REPRESION!” y “Por la erradicación de las razzias!!” (que padecían de la policía).

En esa primera jornada propagandística los acompañó también Agustín Martínez Castro, gay y fotógrafo que, sin pertenecer a grupo alguno, apoyaba el naciente movimiento de liberación homosexual y lo documentaba con su cámara.

“Buscamos una barda que no tuviera mucho riesgo de que nos viera una patrulla, no porque le tuviéramos miedo a la policía, sino para no empezar con el pie izquierdo teniendo que discutir con los patrulleros”, recordó Juan Jacobo, hoy de 76 años, y yo percibí intacto en su voz ese brío rebelde que lo llevó a gritar, como otros muchos, su inconformidad y la necesidad de “joder” al sistema opresor.

Sin duda ese espíritu amotinado lo adviertes, querido lector, en la fotaza de ese momento que hoy engalana a Nosotros los jotos. Yo miré con gran emoción la imagen, prácticamente inédita, al visitar el viernes la exposición Piratas en el boulevard. Irrupciones públicas, 1978-1988, una retrospectiva con la obra de Agustín Martínez Castro que estará hasta julio en el Centro de la Imagen de la capital.

Aunque aparece de espalda y su nombre no está en la cédula, de inmediato reconocí a mi querido Juan Jacobo, que sigue igual de delgado y revoltoso. Mientras recorría la nutrida muestra, se me cocían las habas por llamarlo para que me contara cómo vivió ese momento de nuestra historia “desviada”, inmortalizado por Agustín junto a otras fotos de las marchas donde aparecen figuras igual de valientes como Yan María Castro, del grupo lésbico Oikiabeth, y Gerardo Ortega, “La Mema”.

“De ahí nos fuimos a la Calzada de Tlalpan a pintar otras bardas para que las viera la gente que usaba la línea dos del metro” (que corre a nivel de la calle), me contó Juan Jacobo.

“Nos gustaba subirnos al metro y comentar en voz alta para llamar la atención de los usuarios: ‘¿Ya viste esa pinta?’ o ‘Mira: los putos ya están pintando bardas’”.

Juan Jacobo con Carlos Toimil, compañero del FHAR. Foto de Agustín Martínez Castro.

Por cierto que quien atestigua la acción recargado en el poste es Fernando Esquivel, que en 1984 emigró a Europa y siguió una carrera de artista plástico.

Si bien es la primera pinta para promover la marcha que hasta la fecha sigue ocurriendo cada junio en la Ciudad de México, antes había aparecido en otros espacios públicos una frase anónima del orgullo gay.

“La mítica pinta del movimiento de liberación homosexual apareció en 1971 frente al Hotel de México (hoy WTC), en la esquina de Insurgentes y Luz Saviñón, decía ‘Soy de ambiente y estoy orgulloso’, (del inglés) ‘I’m gay, I’m proud’, y había peregrinación de jotos para verla”, me ilustró Juan Jacobo.

Otra pinta igual estaba en el estacionamiento de una famosa cafetería, La Vaca Negra, en la colonia Narvarte, por el cruce de Chichén Itzá y Vértiz. Pero esa frase la entendía solamente la “gente de ambiente” o que estaba familiarizada con ese término que en los 70 se usaba para decir que alguien era gay o lesbiana.

La pinta que hizo Juan Jacobo en aquella barda de Plutarco Elías Calles era explícita y lo dejó “flotando de gusto”, una emoción que se acentuó cuando algunas personas se detuvieron para informarse de qué se trataba y los muchachos les explicaron con gran orgullo que estaban organizando su primera marcha para exigir respeto.

El activista histórico en una visita a Piratas en el boulevard, 12 de julio de 2018.

El sábado tuve otro gozo al tomar un café con César Jerónimo González-Aguirre, el curador de la exposición. Con 27 añitos y graduado en artes visuales, es un joven también apasionado, aunque su voz grave es más bien reposada.

César Jerónimo invirtió tres años en estudiar y rastrear la obra de Agustín Martínez Castro, quien nació en Veracruz en 1950 y, con 42 años, murió a causa del sida en Acapulco, para reivindicarlo dentro de la historia de la fotografía mexicana.

Al igual que Juan Jacobo, el curador percibe gran elocuencia en las imágenes de este autor: “Es posible oír el grito de la gente furiosa en una marcha, que dice ‘Aquí estoy y no me importa que no me toleres’, o sentir en Juan Jacobo su ardiente gozo por la vida”.

La crónica gráfica de Agustín también registró la noche gay en antros como el Spartacus, con una serie fabulosa sobre un certamen de belleza con vestidas y su arte transformista, y nuestro teatro con un figurón, Tito Vasconcelos, siempre lúdico, contestatario y a quien tengo pendiente entrevistar (prometo traerlo aquí muy pronto).

“Soy joto, ¿y?”, fue una de las primeras consignas. Foto de Agustín Martínez Castro.

César Jerónimo está muy contento porque se quedarán en el acervo del Centro de la Imagen 57 impresiones que se hicieron de los negativos del archivo del fotógrafo que se conserva en Cuernavaca; entre ellas ésta que bien podría titularse “La madre de nuestras pintas”.

Cierto es, como opina Juan Jacobo, que hoy la Marcha del Orgullo LGBTTTI es más bien “frívola” y le falta esa “fuerza” contestataria de hace cuatro décadas, pero quizá es así gracias a que su generación de activistas se partió la cara para lograr muchas de las libertades que hoy tenemos (aunque falte mucho por hacer).

Este julio se cumplen 40 años de la primera salida de los “raritos” para manifestarse, antes incluso de su primer marcha del 79, así que volveremos a Piratas en el boulevard, que a mí me parece es una impactante forma de celebración.

¡Hasta el próximo choque de chichis y braguetas, señoras y señores míos!

Por favor usen bici, si hacen pintas que sea con brío y, sobre todo, usen condón.

24 de abril, 2018.

Coméntanos con libertad y RESPETO