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¡Soy Sammy y ya!

¡Soy Sammy y ya!

Por Antonio Bertrán

La propuesta de ir a un parque para platicar con Sammy me encantó. “Pero que sea el parque chino”, pidió con entusiasmo la niña de nueve años a su mamá. Luego entró a la recámara que comparte con Ana, su hermana mayor, en el departamento del abuelo, donde se mudaron cuando su papá, divorciado de su madre, les pidió la casa de su propiedad, donde vivían.

La mañana del miércoles pasado, las primarias públicas de la Ciudad de México suspendieron clases por alguna junta oficial, así que la pequeña estudiante de cuarto grado estaba libre y su mamá abrió la opción para que la conociera personalmente en un espacio relajado.

El clima estaba fresco pero Sammy se negó a ponerse una chamarra. Tomó una espadita promocional de una dependencia policiaca y tampoco quiso buscar algún juguete especial para cubrirse el rostro en las fotografías que le tomaría, guardando su identidad.

A Sammy le encanta ir al “parque chino” con su mamá.

Recordarás, fiel lector, que ya te había hablado de esta niña transgénero, que nació en un cuerpo de varón pero desde los tres años su cerebro femenino la llevó a identificarse con la ropa, juegos y actividades que caracterizan a las niñas en nuestra impositiva y binaria sociedad.

Te había contado también que está siguiendo el engorroso juicio que exige la legislación de la Ciudad de México a los menores de edad para que el registro civil les expida una nueva acta de nacimiento que contenga el género con el que se identifican y el nombre que soberanamente decidieron adoptar.

Es un trámite discriminador porque ya no se le pide a las mujeres y hombres trans mayores de 18 años, quienes lo hacen directamente en el registro civil capitalino (o de Michoacán y Nayarit; aún lo están peleando los activistas en el resto del país).

El caso de Sammy, me contó su asesor legal, sigue estancado desde hace más de un año y medio en el Juzgado Primero Oral Familiar, todo indica que por prejuicios del juez Sergio Fidel Flores Muñoz y la agente del Ministerio Público Edith Analine Yoval Rodríguez, que solicitan sin cesar requisitos ajenos al procedimiento para la concordancia sexo genérica. Incluso acaban de impugnar el dictamen del médico sexólogo Eduardo Vinicio Ramos Cuevas, ¡el mismísimo especialista de los casos que fueron fallados a favor de Perla y de un niño trans (como también aquí te conté)!

Mi propuesta para retomar el tema en Nosotros los jotos fue platicar con Sammy, ya que antes solo había entrevistado a su mamá y al asesor legal.

La niña se identifica con la brujita Akio, del anime Little Witch Academia.

En el camino rumbo al Parque Masayoshi Ohira de la colonia Country Club, la niña de cabello castaño y fácil conversación me empezó a contar que le encanta el anime japonés Little Witch Academia, en especial la “tierna” brujita Akio.

—Ana dice que me parezco a ella.

—Creo que más en el carácter porque nunca se rinde —precisó su mamá.

—Sí, porque Ana dice que soy muy terca y voluntariosa, igual que Akio.

—Y también es feliz igual que tú, mi amor.

—Esa es una de las cosas buenas que dice Ana.

—¿Qué te hace feliz? —tercié cuando nos sentamos a platicar en una banca del parque no precisamente chino, sino que celebra la amistad México-Japón.

—Me gusta mucho lo chino, el Xbox y los videojuegos como el Minecraft. De grande me gustaría ser youtuber y hablar de videojuegos, dar consejos sobre el Slime Rancher.

—¿Por qué escogiste el nombre de Sammy? —seguí con mis preguntas obvias tras explicarle a mi pequeña entrevistada que la idea de platicar con ella era publicar su historia y ayudarla a que se resuelva su juicio, por lo que le pedía que me dijera sin pena lo que pensaba.

—No sé. Me imaginé el nombre de Samanta, pero no es muy de anime, y pensé en Sammy, que me gusta porque es más cortito.

—Me dijo tu mamá que aunque todavía no tienes tu nueva acta, la directora de tu primaria entendió que eres una niña trans, así que puedes vestirte como tal y todos te llaman Sammy. ¿Qué es lo más padre de ser niña?

—No sé.

—¡Ay, cómo que no sabes! —intervino su mamá—. ¿No te gusta que ahora puedes llevar esas botas (color de rosa) y tener tu cabello largo? Acuérdate cómo lloraste cuando una vez tu papá te llevó a que te lo cortaran rasito.

—A ver Sammy —retomé el diálogo—, haz de cuenta que yo soy el juez que lleva tu caso, ¿qué me dirías o pedirías?

—Que mi mamá lo diga.

—No, mi amor, tú. Piensa, por favor, en todo lo que hemos vivido.

—Mejor dilo tú.

—¡Ay, Sammy! Es para ayudarte y ayudar a otros niños como tú. Acuérdate cómo lloraste cuando en la otra escuela te condicionaron la reinscripción a que presentáramos tu nueva acta, y que nos pedían copias y copias de cómo iba el juicio porque en una revisión podían darse cuenta que estaba inscrito un niño cuando había una niña. Dile que estás con la angustia de que tus compañeros se enteren de que tienes un nombre de niño, anda.

—¡Quiero tener el acta de Sammy y ya! ¡Por que sí, porque quiero ser niña! —soltó fastidiada.

—Porque eres niña, mi amor. Y eres una guerrera.

—¡No soy una guerrera, mamá, soy Sammy y ya!

Preferí no continuar preguntando y propuse proceder a tomar las fotos. Mientras la niña corría hacia los puentes “chinos” del parque, su mamá se lamentó:

—Disculpa, Antonio, creo que no va a servir de mucho lo que te dijo.

—No te disculpes, lo importante es que Sammy fue sincera —respondí y al ver a la niña brincando el sendero de rocas a mitad del lago tuve una revelación—: Y más bien Sammy debería estar jugando o estudiando, como cualquiera de sus compañeras, y no respondiendo preguntas babosas de un reportero ni mandándole mensajes a un juez que hace mucho debió proceder de manera expedita para que una niña, porque eso es lo que veo, una niña hermosa, viva su realidad feliz, concentrada en lo que le es propio y no angustiada por un juicio discriminador.

Es un derecho elemental, además, como el de Ángela Ponce, la representante de España para participar en Miss Universo, cuyo reglamento acepta mujeres trans como ella, y que no debería dar lugar a memes pendejos que solo avivarán en México el odio que ya ha dado lugar a 209 asesinatos de mujeres trans, entre 2013 y 2017.

¡Hasta el próximo choque de chichis y braguetas, señoras y señores míos!

Por favor usen bici, si se les ocurre un meme transfóbico mejor búrlense de mis nalgas caídas y, sobre todo, usen condón.


16 de octubre, 2018.


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